No me pidas mi contraseña, pídeme un dedo
La clave de la oficina, el pin de la tarjeta de crédito, la de la cuenta de facebook, la de la cuenta de ..... Todos manejamos com mejor o peor soltura un buen puñado de contraseñas en nuestro día a día, y al final la mayoría acabamos usando la misma para todo, o poniendo la fecha de un cumpleaños conocido. Si una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil, las contraseñas (o los usuarios, según se mire) son el eslabón más débil en la seguridad de muchos servicios y aplicaciones.